Me acosa el carapálida que carga sobre mí,
sobre mi pueblo libre, sobre mi día feliz.
Me acosa con la espuela, el sable y el arnés;
caballería asesina de antes y después
Me acosa el carapálida norteño por el sur,
el este y el oeste, por cada latitud.
Me acosa el carapálida que ha dividido el sol
en hora de metralla y hora de dolor.
La tierra me quiere arrebatar,
el agua me quiere arrebatar,
el aire me quiere arrebatar,
y sólo fuego,
y sólo fuego voy a dar.
Yo soy mi tierra, mi agua, mi aire, mi fuego.
Me acosa el carapálida con el engaño vil,
con cuentas de colores, con trueque de uno a mil.
Me acosa con su elixir de la prostitución.
Me acosa con la gloria perdida de su Dios.
Me acosa el carapálida con su forma de ver
su estética, su ángulo, su estilo, su saber.
Me acosa el carapálida con sintetización
y quiere ungirme el alma con tuercas de robot.
Me acosa el carapálida con la guerra sutil
hasta que digo basta y carga sobre mí.
Me acosa con su monstruo de radiactividad,
su porvenir de arena, su muerte colosal.
Me acosa el carapálida que siempre me acosó,
que acosa a mis hermanos, que acosa mi razón.
Me acosa el carapálida que vive de acosar,
hasta que todos juntos le demos su lugar.
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