Décimas (23): Aquí va lo más picante (o Mi taita hizo la ensalada)
Mi taita hizo la ensalada
con un amor sin igual;
parece un plato real
con verdurita picada.
Mi mama, muy preocupada,
sirviendo plato por plato.
Cuando en esto me percato
que las variadas personas
formaban una corona
sentadas en los zapatos.
Pa’l postre tenemos maqui.
«Hay que comer como gente
–la madre dice prudente–
pa’ que ninguno se tranque»,
viendo que había un estanque
lleno del fruto endiablado.
No le quedó ni el raspado;
pagamos las consecuencias:
por una desobediencia
estábamos «arincados».
Aquí va lo más picante
de aquella glotonería:
empiezan las griterías
cuando nos pasan purgante,
lavado’ y calas de natre,
agua de sen y amapola,
pero ni por carambola
se disolvía ese taco.
Le hicimos la cruz al «Saco»
como el minero a la «Lola».
Vino a «quebrar los empachos»
y dar un «santiguamiento»
a todos los angurrientos
porfiados cabez’e macho
un médico muy borracho,
compadre de mi papá,
maldito de mi mamá
por farras d’esta pareja,
pero ese día, perpleja,
dejó su rabia en la na’.
Semana sobre semana
transcurre mi edad primera.
Mejor ni hablar de la escuela:
la odié con todas mis ganas,
del libro hasta la campana,
del lápiz al pizarrón,
del banco hast’ el profesor.
Y empiezo ’amar la guitarra,
y adonde siento una farra,
allí aprendo una canción.