Décimas (34): Chasquearon las paletadas
Chasquearon las paletadas
de tierra sobre’l difunto;
nosotros muy bien ocultos
cambiando serias miradas.
Me pone descontrolada
el llanto de algunas viejas,
después que al muerto lo dejan
pa’ séculas en la tumba,
y más cuando le derrumban
las flores sobre la reja.
¡Así, el montón de coronas
dejaron los elegantes!
Con esas flores fragantes
haremos agua ’e colonia.
Termina la ceremonia,
se suenan los cien dolientes,
y al divisarlos ausentes
saltamos sobre las flores.
Éramos tres picaflores
sobre un finado decente.
Devalijé una corona
bordada con mostacilla
diciendo: «¡Qué maravilla
de muerte más regalona!».
Con letras de oro «Simona»,
dice una cinta morada,
yo me la llevo encantada
como mi lujo mayor.
No siento ningún temor
con ella al cinto amarrada.
Roberto en la tumba hermosa
escarba cual ratonero,
al diablo la flor romero,
al bolso la flor de rosa.
Qué culpa más deleitosa,
qué robo tan increíble,
qué muerte más apacible
con esta mariposilla,
que arrastra con las presillas
de las coronas temibles.
Peleando con la riqueza
de aquellas tumbas flamantes,
cubríamos delirantes
de las mayores pobrezas.
Dice una vieja que reza:
«Está enojado el Señor
de ver la comprobación
del vicio y la vanidad,
cuando la muerte en verdad
no pide pompa ni honor».