Aunque no muy convencido
de que exista el más allá
me caía bien aquello
de "Dios proveerá".
Tanta fue mi confianza
que, en honor a la verdad,
esperaba alguna "diosis"
de su buena voluntad.
No esperaba "paraísos"
ni milagros de Caná,
ningún éxtasis profano
ni el Nirvana en Shangri-La.
Sólo un gramo de ternura
o de generosidad...
poca cosa, un ayudita
contra tanta soledad.
Pero no me cae ese maná,
no me cae na de na de na...
tras el error
que fue esperar
ese favor...
me voy al bar
para hacerme, sin demora,
con un nuevo proveedor.
Con la sensación frustrante
de hablar tanto a la pared,
vi de nuevo el cielo abierto
en la oferta de la Red.
Contacté con un bloggero
que me dijo que era un tal
Proveedor de Contenidos
de la web más cultural.
Le pedí a través de Google,
algún tripi digital
a un estado de conciencia
más virtuoso que virtual.
Pero no me dio consuelo
ni un caótico fractal,
sólo sexo, sexo, sexo
al estilo Neandertal.
Bien es cierto que esperaba
de la misa, la mitad,
porque sé que no está el patio
para crisis de ansiedad.
Que son tiempos de barbarie
es, sin duda, realidad,
pero tan malos modales
rozan la vulgaridad.
Tanta que ya me pregunto
por mi extraña enfermedad...
¿es tan malo tener "mono"
de un "tirín" de humanidad?
Por lo visto es algo horrible,
un elogio a la maldad...
esto de ser un adicto
a creer que aún hay piedad.
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