Al caer de monte en monte
el lindo manto del día
y ya en la azul lejanía
liquidarse el horizonte;
cuando al vuelo del sinsonte
se ha enternecido la loma
y la dulce luna asoma:
cercana al canto del río
y oída desde el bohío
¡QUÉ TRISTE ES UNA PALOMA!
Por la vereda sombría
habiendo dejado el llanto
en la paz del camposanto,
hasta la hacienda volvía.
Una sequedad me hacía,
en el largo atardecer,
el ansia del fenecer;
y esa soledad que espanta
un lazo por la garganta,
¡CANTANDO AL OSCURECER!
Duele mucho, mucho y hondo,
esto que estamos mirando.
El mundo se está salvando
y nosotros tocando fondo.
Mientras más la voz ahondo
más fiera vibra en mi ser,
pues si es duro en cárcel ver
mi frente que no ha pecado,
más triste es mirar al lado:
MÁS TRISTE ES UNA MUJER.
Cuando en traje de sudores
te miro sin compañía,
pesado el fardo y sin guía
en un ciclón de rencores:
incendios son mis amores
a los que el canto se inmola
como en llamas de amapola
—¡ay patria! ¡Por suerte viva
y por desgracia cautiva,
ANDANDO DE NOCHE SOLA!
¡QUÉ TRISTE ES UNA PALOMA
CANTANDO AL OSCURECER!
¡MÁS TRISTE ES UNA MUJER
ANDANDO DE NOCHE SOLA!
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