Nacho Lafflitto

Bóveda celeste


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Oye el rumor de la lluvia,
envuelta en bocanadas de esperanza.

Deja el rincón, deja su huella de aire,
desaparece en su vestido infernal.

Como la luna,
como el perdón.

Aquel reloj sigue moviendo el tiempo,
que se derrite entre sus manos.

Ya no hay más restos de sus fracasos,
y sale a sumergirse entre las gotas del sol.

Llena de siesta,
llena de Dios.

Y es éste Dios el que desarma,
y es éste cielo el que devora,
con su boca al caer.