Cecilia Todd

Niña huérfana que encuentra a su padre


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Una tarde fresquita de abril
por el campo salí a pasear,
y pasó por allí un caballero
de bella atadura, tipo singular.

Se me fueron los ojos tras de él
y el pícaro me lo conoció.
Ay, entonces, mamita querida,
tu pena es delicia que encierra el amor.

Dime, niña, ¿qué dijo ese hombre?
Ese hombre es un militar
que me ha dicho cositas del mundo
que si te las digo me vas a pegar.

Se pasaban semanas y meses
y la niña, que enfermita está,
una noche, serían las doce,
una hermosa niña de luz vino a dar.

La cogió su abuelita en sus brazos
y a su padre la fue a llevar.
Tenga usted, caballero, su hija.
Ésa no es mi hija, de otro será.

La cogió su abuelita en los brazos
y a la industria la fue a llevar.
No tardaba la pobre mamita
de irse a la tumba pronto a descansar.

Se pasaban meses y más años
y la niña crecidita está.
Una tarde jugando en el parque
pasó un caballero, la mandó a llamar.

Dime niña, ¿quién eran tus padres?
Y la niña supo contestar:
Mi mamita descansa en la tumba,
mi padre, decían que era militar.

Anda, niña, vete pa’ tu casa,
anda, niña, perdóname ya.
Anda, niña, vete pa’ tu casa,
a rezar por tu madre, que descanse en paz.

Anda, niña, vete pa’ tu casa,
anda, niña, perdóname ya.
Anda, niña, a rezar por tu madre,
que yo soy tu padre, que descanse en paz.


Autor(es): Popular española