
De cualquier modo
Al hombre le pasa como a los ríos:
desembocan su ilusión en cualquier mar.
Al hombre le pasa como a los sueños:
se despiertan de pronto en la misma soledad.
Porque los sueños viajan tan deprisa
que les duele tanto volver a regresar.
Regresar del futuro pleno donde anduvo
hurgando, pastando, bebiendo verdad.
Y al hombre le pasa, que sabe qué pasa:
de pronto su casa será otro lugar,
según lo que quiso, lo que le pidieron
o lo que no pudo su buen corazón.
Al hombre le pasa lo mismo que a Cristo:
reparten sus ropas, le dejan morir.
Ya las esperanzas le cansan, le cansan,
no quiere balanzas en su libertad.
El hombre es un río y quiere su mar.
Su mar es su hijo, su causa, su pan.
Al hombre le pasa, en fin, que hay dos hombres
y allá en sus empeños se van a matar.
Y al hombre le pasa, que sabe qué pasa:
de pronto su casa será otro lugar,
según lo que quiso, lo que le pidieron
o lo que no pudo su buen corazón.
Al hombre le pasa lo mismo que a Cristo:
reparten sus ropas, le dejan morir.
Ya las esperanzas le cansan, le cansan,
no quiere balanzas en su libertad.
El hombre es un río y quiere su mar.
Su mar es su hijo, su causa, su pan.
Al hombre le pasa, en fin, que hay dos hombres
y allá en sus empeños se van a matar.
Pero el hombre sabe que, de cualquier modo,
seremos nosotros…
Pero el hombre sabe que, de cualquier modo,
seremos nosotros la única paz.
Autor(es): Santiago Feliú