
Romance de la Muerte
En punta de pies la Muerte, se asomó por la ventana,
buscando fragilidades, para cometer su hazaña.
Vestía toda de blanco casi atractiva de cara
Hoy la moda es la palidez y se lleva ser delgada.
Yo sólo por precaución le hice una cruz con mi espada.
Qué vienes a hacer aquí, pregunté a la demacrada.
Quiero casarme contigo, contestó la descarada.
Te llevaré a mi mansión, la alcoba está preparada.
Sábanas de hilo bordadas te acariciarán la espada
y morirás de placer de echarle un polvo a una dama.
Qué lástima, llegas tarde, me he casado esta mañana,
y sino con mucho gusto te llevaría a mi cama.
Por el momento imposible, mi Dulcinea es germana,
y no le pondré los cuernos con la calva amortajada;
la rubia de ojos azules se sentiría burlada.
La Muerte que entró en confianza solicita un vaso de agua.
Yo le respondo, imposible, vivimos en Atacama;
como usted bien lo sabe, el desierto es la nada.
Muerta de sed y soltera emprendió la retirada,
me tiró un beso y me dijo: "No importa, vuelvo mañana".
Autor(es): Ángel Parra