La del tata
Eran las manos más grandes
Más generosas que vi
Años de habilidades
Y en su momento no lo escribí.
Bajo el alero del rancho
Desperezando el silencio
Gajos de fruta fresca
Calor de enero a la siesta.
Sentado en el banco largo
Respirando un aire fresco
Entraban todos tus nietos
En la magia de tus cuentos.
El tiempo dobla la espalda
Y endereza lo que vale
Lo que queda en la zaranda
Para qué otro lo regale.
Y supe cuando te fuiste
Me avisaste justo a tiempo
Yo miraba una paloma
Pero cantó el benteveo.
Nada pido, casi nada
Te tuve y sigo teniendo
Quizá alguna madrugada
Los dos solos con tu tiempo.
Qué cosa más cabortera
Esto de hilar los recuerdos
Se escapan en un corcovo
Orejanos sin remedio.
El tiempo doble la espalda
Y endereza lo que vale.
Lo que quede en la zaranda
Para que otro lo regale.
