Santaflow

Qué vergüenza, mamá


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Anoche salí con amigos a tomar algo,
si llego a saber como acabo, mejor no salgo,
solo de pensarlo, me siento mal,
no le deseo a nadie que pase por esto, ¡qué va!.
Estaba yo en mi casa intentando ligar por el chat
cuando el teléfono empezó a sonar,
eran mis compis que me propusieron ir a un bar
“sal de la cueva y ven con los colegas a charlar”.
Cerveza fría, buena compañía,
el plan no pintaba nada mal,
harto de estar en casa un viernes más,
no pude rechazar, porque me apetecía.
Era una noche de colegas, nada más,
pero antes de salir, yo me tenía que arreglar,
que todos decimos que no salimos a ligar
y todos mentimos ¿a quién queremos engañar?.
Buscamos un garito tranquilo, eran las diez,
entramos y en la barra nos pusimos a beber,
nos dieron frutos secos con sal, que dan sed,
una vieja trampa en la que nos encanta caer.
Mientras caían birras nos contábamos batallas,
algunas repetidas y todas exagerando, vaya...
tras varias rondas, estaba caliente el paladar
y aquel tranquilo antro se empezó a llenar.
En un momento dado, estábamos rodeados,
teníamos un grupo de chicas a nuestro lado,
jamás puedo evitar estar al loro del percal,
así es como empecé con miraditas a jugar.
La nena de ojos picarones era tan coqueta....
como era de esperar, yo pensaba con la bragueta,
uno de mis amigos a gritos algo contaba,
pero yo ya no me enteraba de nada .

¡Qué vergüenza, mamá que lo tuvieras que presenciar,
¿cómo pudo pasar? creo que no lo vas a olvidar.
¡Qué vergüenza, mamá, me paso en mi cuarto el tiempo encerrado,
no puedo imaginar el cuerpo que a ti, se te habrá quedado.

Empezaba a tener claro que había pillado,
era el momento para decidirme a entrar a matar:
“colegas, la reunión de historietas ha terminado”
dije, “el escote de aquella tía me tira más”.
Me acerqué, me presenté con el rollo de siempre
“¿cómo te llamas? ¿tú vienes mucho por aquí?”
me miró de arriba a abajo sin dejar de sonreír
y me dijo “ven aquí, nos vamos a divertir”.
Una pava decidida, empecé a especular,
en la cama tiene que ser una fiera, ¡qué chollo!,
se acercó muchísimo y se puso a danzar
y yo pensé “genial, esta noche sí que ....sí”.
Por lo visto, no tenía ganas de hablar,
ni me gusta ni sé, pero la tipa me hizo bailar,
y se ponía dura mi situación, por eso yo busqué
sus labios deseando acción.
Se dejó besar y me tocó el trasero,
me dijo “no estás mal, chaval, pero
prefiero las mujeres, esto ha sido sólo un juego,
ha sido divertido y un regalo para el ego”.
Dije “bromeas”, contestó “va a ser que no”
y una rubia que miraba sonriendo se acercó
entre carcajadas, me dijeron adios,
se magrearon como locas y se fueron las dos.

¡Qué vergüenza, mamá que lo tuvieras que presenciar,
¿cómo pudo pasar? creo que no lo vas a olvidar.
¡Qué vergüenza, mamá, me paso en mi cuarto el tiempo encerrado,
no puedo imaginar el cuerpo que a ti, se te habrá quedado.

Me quedé con cara de tonto y un calentón,
de repente me afectó más la cerveza, ¡que bajón!,
para colmo mis amigos ya no estaban en el bar,
sólo me quedaba volver solo y pedo al hogar...
Llegué pensando en ellas a la puerta de mi casa,
me costó un montón meter la llave para entrar,
me ponían más por su rollito que por guapas,
dando tumbos hasta mi cuarto logré llegar.
Me puse frente al ordenador para mirar
si alguna peli especial había bajado ya,
ahí estaba lo que necesitaba en esa ocasión,
“juntitas y traviesas”, de gatitas.com.
Me senté, me puse los cascos, pulsé el play
y pensé en algún detalle típico antes del trajín,
del cajón de la mesilla cogí un viejo calcetín,
más que nada para no mancharme el jersey.
Me bajé los pantalones hasta los tobillos,
hice lo propio con los calzoncillos, miré
a las actrices y pensé... “¿qué harán ahora esas dos?”
agarré bien fuerte con la derecha mi frustración.
De madrugada, mi madre se levantó,
por debajo de la puerta vio luz en mi habitación,
a esas horas le extrañó, así que abrió y me encontró
dándole a la manivela delante de un monitor.

¡Qué vergüenza, mamá que lo tuvieras que presenciar,
¿cómo pudo pasar? creo que no lo vas a olvidar.
¡Qué vergüenza, mamá, me paso en mi cuarto el tiempo encerrado,
no puedo imaginar el cuerpo que a ti, se te habrá quedado.

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