
La Sabina
Allí permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar.
Quieta,
altiva,
la sabina
testifica
que bajo ella
se agruparon
los anarquistas.
Soporta la ira del cierzo
igual que un barco a la mar
y bajo la densa niebla
es como un ángel guardián.
Cuando paso por su lado
me entran ganas de abrazar
el viejo y duro tronco
que la hace realidad.
Y allí permanece enhiesta
como un monegrino más
sabiendo, como ellos saben,
lo duro que es pelear.
Autor(es): José Antonio Labordeta