
Señorita
Sus pechos como punta de una roca
se paseaban en el bar sirviendo tragos,
vestida como quien no quiere ropa,
y más trucos en la piel que cualquier mago.
Tenía varios nombres pa olvidarse
del nombre que le dieron en la casa,
tenía un pasado ideal pa no acordarse
y fama de cumplir cuando amenaza.
Los martes se llamaba Margarita,
los viernes por las noches ya era Lola,
yo siempre le decía: Señorita,
usted no tiene porqué estar tan sola.
Recuerdo el jueves de aquel primer beso,
su nombre, aquella noche, era Julieta,
instinto siempre pudo más que seso,
asuntos que no entienden los poetas.
Jamás hubo una cama en nuestra historia,
en baños y despensas, trapecistas,
tatuada está su espalda en mi memoria,
dos locos en un bar, a lo hedonistas.
Los martes se llamaba Margarita,
los viernes por las noches ya era Lola,
yo siempre le decía: Señorita,
usted no tiene porqué estar tan sola.
Un lunes, con el nombre de María,
me dijo hasta mañana y no volvió.
El bar se llama hoy melancolía.
Y los martes se llamaba Margarita,
los viernes por las noches ya era Lola,
yo siempre le decía: Señorita,
usted no tiene porqué estar tan sola.