Amancio Prada

La Serpiente Que Danza


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¡Cómo me gusta ver radiante
tu cuerpo, Mabel!
como una seda vacilante,
relumbra tu piel.
Por tu cabello tan profundo,
un aroma amargo.
Mar oloroso y vagabundo,
cielo azul y pardo.

Como navío que anunciara,
viento matinal
mi mente sueña y se prepara
para un viaje astral.
Tus ojos nada me revelan,
llenos de misterio.
Frío tesoro en que se mezclan
el oro y el hierro.

Por el compás de tus caderas,
bella en tu abandono,
una serpiente parecieras,
sóngoro cosongo
y bajo el sol de tu pereza,
galbana infantil,
se balancea tu cabeza
con aire febril.

Tu cuerpo se estira y avanza,
fino bergantín,
de su mástil en el agua
y se yergue al fin.

Como corriente que provoca,
las glaciales fuentes
de la frescura de tu boca
mana entre tus dientes
un vino fresco de Bohemia,
golosa grosella,
un cielo liquido que siembra
mi corazón de estrellas.

Mi corazón de estrellas.

Sóngoro cosongo