Amenoskuarto

Hojas Blancas


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Llevo el bolso lleno de hojas blancas,
donde dejar nacer las palabras
que a borbotones querría decirte mi garganta.
No es pena sino rabia saber que esta noche
no te hago de almohada.
El sudor se transforma en pintura
sobre nuestras pieles blancas.

Busco la noche y acelero mi día:
nervioso, ansioso, atacado.
Salgo a la calle y de recordarte
me estoy poniendo malo.
Hace calor y voy bajando,
no sé si me estás esperando.

Tengo legiones de ciempiés
corriendo por encima de mi ombligo,
a un lado y a otro... Me están asustando,
la culpa la tienen unos ojos verdes
que desde el fondo de la barra
me están llamando.

Y me arden las entrañas
y la cabeza no me deja
dibujar otra estampa:
la de tu cuerpo
dando vueltas en mi cama,
un recuerdo atornillado de brazos enlazados.

Quiero ser la otra mitad de tus besos
y llevarte en mi cama errante, gris.
Quiero ser la otra mitad de tu cuerpo,
hasta que el lucero nos mande a dormir.

Me embriaga tu figura de alfil,
la cadena comienza a mentir
si no puedo estar junto a ti.
Amanecen con sonrisas radiantes
que van guardando en su propia alcancía.
Escribo en vitelas mis telarañas,
que cantan madrugadas, jadeantes.

Coplas, puños y letras principiantes,
versos presos reclaman amnistía,
quieren ser arte y no voces baldías,
el viento es cómplice de estos amantes.

Vuelvo a casa sin tu compañía:
andrajoso, rastroso, derrotado,
mato a palos, sin recuperarme,
el silencio de mi cuarto,
siento frío casi llorando,
no sé qué está pasando.

Tengo legiones de escorpiones
envenenando cada trozo de mi ser,
arriba y abajo... Me están devorando.
La culpa la tienen los mismos ojos
que entre la noche y la mañana
a otra boca se entregaron.

Y me arden las entrañas
y la cabeza no me deja
dibujar otra estampa:
la de tu cuerpo
dando vueltas en mi cama,
un recuerdo atornillado de brazos enlazados.

Quiero ser la otra mitad de tus besos
y llevarte en mi cama errante, gris.
Quiero ser la otra mitad de tu cuerpo,
hasta que el lucero nos mande a dormir.

Llevo el bolso lleno de hojas blancas,
donde inventar los revolcones que nos faltan.