Amenoskuarto

Vestigios


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Me acuerdo hace mucho, cuando sonaba esta canción,
poquito a poco me comiste el corazón.
Tú eras la reina del cielo, yo un simple bufón.
Y todas las noches mientras tú me follabas,
yo te cantaba y el mundo escuchaba,
a tu cuerpo desnudo, mis manos le hablaban.

El sol con antojo, de reojo miraba,
llegaba la luna y su envidia mostraba,
los años pasaban y el tiempo paraba.
Llegó el invierno, vaciando la nevera
de promesas de conserva, de vinos, de reservas...
Al calor volaste para nunca olvidarme.

Y ahora los días pasan por mi ventana
como ráfagas vuelan buscando tus bragas,
asomo la cabeza al recordar tu mirada.
Y en el sofá desnudo con ganas me masturbo
recordando en tu boca todo mi capullo,
añorando mi cuerpo contra el tuyo.

Voy subiendo como suben los cuervos
aullando mi lamento en la noche de los muertos,
con el alma rota de partirme la boca
por recitarle poemas al viento.

Hago figuras con papeles vacíos,
creyendo esculpirte para matar el hastío.
Soy un vendedor ambulante sin traje
que anda deambulando loco de remate.
Y encuentro refugio en los rincones de los bares
y allí le cuento mi veces nuestra historia ,
a los santos parroquianos de Coria,
que tienen la deferencia de escucharme.

¡Voy subiendo! ¡Como suben los cuervos!
aullando mi lamento en la noche de los muertos,
con el alma rota de partirme la boca
por recitarle poemas al viento.

Destruyo papeles sin sentido
para escaparme del hastío.

Hago figuras con papeles vacíos,
creyendo esculpirte para matar el hastío.
Soy un vendedor ambulante sin traje
que anda deambulando loco de remate.
Y encuentro refugio en los rincones de los bares
y allí le cuento mi veces nuestra historia ,
a los santos parroquianos de Coria,
que tienen la deferencia de escucharme.