
El poeta y el rico
Por las callejas de un pueblo,
donde todos se conocen,
conversaban a las doce
un poeta anochecido
y un señor enriquecido
sobre lo que ambos tenían,
y el señorito decía:
Tengo tierras, tengo casas
y un patio con estatuilla,
y trabajando en la trilla
tengo veinte jornaleros,
tengo todo lo que quiero,
tú sólo tienes tus versos, dime,
¿de qué sirve eso?
Tengo un tractor y una amante,
miles de amigos de balde
y en la mesa del alcalde
tengo un sitio reservado,
soy señor adinerado,
tú sólo tienes tus versos, dime,
¿de qué sirve eso?
¡Jesús! qué barbaridad,
cuantas cosas tiene usted,
yo sólo tengo, ya ve,
en esta pobre cartera
un viejo y dos primaveras,
un ciprés, el sol y el mar,
escondido el verbo amar.
Tengo dos besos guardados,
el sudor de mil labriegos,
tengo los ojos de un ciego
y unas palabras de amor,
metidas en un rincón,
dos lágrimas de una anciana,
ya sé que son cosas vanas.
No tengo nada, ya ve,
comparado con usted.
Autor(es): José María Alonso