Se los llevó la muerte
Machu Picchu
ruina antigua
admirada con devoción,
no eres orgullo para los nuestros
eres recuerdo de opresión.
Con la cruz y la espada,
la mano de hierro y su ambición,
tus templos de oro destruyeron
por codicia el invasor.
Piedra sobre piedra para levantar terrazas,
piedra labrada de amor para el templo del sol.
Manos indias te construyeron, fortaleza de los dioses,
manos extranjeras te semblaron desolación.
Del tahuantinsuyo
ya se apaga la luz.
En Perú,
en Bolivia,
en Argentina,
en Ecuador,
y en un rincón de Chile se está muriendo el incidió.
La conquista no termina,
por codicias,
no hay perdón.
Con orgullo antiguo
y la voz callada
se va extinguiendo
el hijo del Sol.
Vivirán por siempre
incas con valor.
Juntos gritaremos
que vuelvan a sus tierras,
bajo el sol.
Se los llevó la muerte,
luego renacerán. (bis)
Pero la luz del Sol no se apaga.
Por eso vive la esperanza,
por si nuestro canto aún vive
y derrepase al mundo entero
mezclado con otros tiempos
nos florece el indio altanero.
Y un día, un día no muy lejano,
volverán desde el llano,
el eco de cordilleras.
Volverán los cóndores ancestrales
anunciando primaveras.
Entonces cantarán los cóndores
después de una larga espera
y se vestirá de carnaval
hasta el último rincón de esta tierra.
Se los llevó la muerte,
luego renacerán. (bis)
