Y allí estaban tus ojos
Sin pensarlo, un hecho casual
me llevó a aquel viaje,
mis amigos consiguieron que
decidiera apuntarme.
Un coñazo las horas de tren,
toda la noche en vela.
De repente en el coche-bar
entraste con tu abuela.
Me miraste, yo te saludé,
ibas pidiendo fuego.
Mi mechero, coartada eficaz
para romper el hielo.
El viaje se convirtió
en mucho más ameno
para colmo la casualidad,
también ibas a Oviedo.
Tu abuela se marchó
y nos quedamos solos,
de pronto me volví
y allí estaban tus ojos
diciéndome tal vez
que había un "nosotros"
quizás podamos ser ,
tal vez estemos locos.
Unos meses, un año tal vez,
vivimos entre sueños,
pero todo tiene su final
te marchaste muy lejos.
Pasó el tiempo, dos años o tres
sin saber de tu vida,
no esperaba volverte a encontrar,
te daba por perdida.
Una noche, la casualidad
me llevó a aquel garito
un colega allí me invitó,
cantaban dos amigos.
Dos cervezas y un rato después
ya me había metido
de lleno en aquella canción,
debía estar deprimido.
"A más de mil kilómetros"
cantaban en los coros,
de pronto me volví
y allí estaban tus ojos
diciéndome tal vez
que había un "nosotros"
volvamos otra vez,
me ha parecido poco.
Con la misma piedra tropecé
al cabo de unos meses,
y de nuevo te dejé marchar
en un mes de Noviembre.
Esta vez, ni siquiera traté
de volver a llamarte,
llegué al punto que me prometí
intentar esquivarte.
Pero es juguetón el azar,
a veces ya se pasa,
a un concierto una noche salí,
por ver si te olvidaba.
Intenté no mirar hacia atrás
por si tu allí estabas,
pero al rato ya no recordé,
que el azar me buscaba.
Y Silvio ya empezaba
a cantar "Unicornio",
de pronto me volví
y allí estaban tus ojos
diciéndome tal vez
que había un "nosotros"
volvamos otra vez,
me ha parecido poco.
Autor(es): Fran Espinosa