Carta Baladi

Amigo


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Hola, compa, ¿cómo estás?
Ya sabes que a mí se me da muy bien renquear
por las aceras,
como aquel que finge pensar
que la vida es bella,
abigarrado a las arrugas del olivo
y saltando, a pesar
de los ojos que siguen mirando,
de la lluvia que levanta
el polvo en torno a mis párpados.
Y tú qué tal, estás muy callado.
Tú qué tal:
-Saluda al perdedor.

Hola, qué tal, amigo: tú sin mí, yo contigo.
Hola, qué tal, amigo. Hola, qué tal…

Voy andando por los caminos
donde pueda ahogar mi desazón,
donde pueda rayar
verdades en la pared;
voy allá donde crepitan las miradas,
donde vive, en la vieja posada,
el poso de la risa,
la vaga ironía del desdén.

Miro a voces los ríos de roces,
la mustia cortina de abyecta rutina
que me oculta mil cosas,
me quema las rosas,
y taladra mis ojos la vida de rojo.
Me cago en la tuna, me cago en la ley,
escupo en su rostro, escupo en el Rey,
aúllo sin luna, me muero de sed,
cabalgo a la vida: benemérito burdel.

Hola, qué tal, amigo,
cuántas noches de hiel en tu oído;
sigues en pie, amigo,
observa a mi hada: ya no tiene bragas;
vamos allá, amigo,
una vez vale, dos hace ruido;
bebe otra vez, amigo,
mi mierda, mi agua, mis luces, mis babas.

Hola, qué tal, amigo,
cuántos litros de amor sin su ombligo