Carta Baladi

La Diosa Del Pecado


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La Diosa del Pecado

se hace caca en el estrado

del juez todopoderoso

que reprime el libre gozo

de su bienaventurado

y venerable cuerpo alado,

que deleita a tan hermosos,

terrenales y fogosos

hombres, que la amen,

que la adoren y le claven

sin piedad sus credenciales

repletitas de pasión,

o tal vez mujeres,

el sexo es indiferente,

o mediante algún juguete

de divina precisión...

Yo, la verdad, no entiendo

la castidad como elemento

moralmente virtuoso,

edificante y decoroso.

Yo, más bien, aprendo

de la experiencia y del momento,

y jamás me he arrepentido

de un orgasmo por sí mismo.

Oh sí, dame más (bis)...

Folla y sé follada: ganarás la eternidad.

Oh sí, por segundos, oh sí, con certeza...

¡Oh sí, dame más!

Folla y sé follada: ganarás la eternidad.

La Diosa del Pecado,

sus manzanas a bocados

reparte por el mundo,

eso sí, con protección,

aun en contra del sagrado

texto y de sus potentados

portavoces desfasados,

que prefieren difusión

de las enfermedades

que socavan los hogares

de los desfavorecidos,

so pretexto de admitir

que son inescrutables

los caminos, que hay que asumir

nuestros destinos, y es tan sencillo, sí,

como casarse y ser sumisa...

Yo, la verdad, no entiendo

qué les resulta tan molesto

para condenar lo sano,

un ejercicio tan mundano.

Tal vez acojone

que prefiramos polvorones

a esa hostia tan insulsa

que, a la fuerza, te comulgan.

Oh sí, dame más (...).

La diosa del pecado

ni es Dios ni ha pecado

ni se guía por preceptos

subjetivos de terceros,

simplemente vive

como animal racional y libre,

y reclama su derecho

sexualmente insatisfecho.

Oh sí, dame más (...).

Ni puta ni santa,

ni enferma ni salva,

prefiero sola a mal acompañada.

No te confundas, necio,

no soy tu objeto:

sagrado es mi cuerpo

¡y no tiene dueño!