Christina Rosenvinge

Días de tormenta


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La lluvia cae despacio,
ya no hay flores para mí,
me siento como un gato en un cajón.

Empezaste a hablar de trenes,
di la espalda y no entendí
que era tu manera de decir adiós.

Todo lo que dije,
todo mi rencor,
era miedo con disfraz de dignidad.

Y ahora que la luna
pasea en el salón,
veo clara la verdad.

Viajamos por la costa
en un coche de alquiler
la primavera del año anterior.

Con estrellas en los ojos,
una cinta de Gardel,
gasolina ardiendo en el corazón.

Vino mexicano
y algo bueno que fumar,
la sombra de un ángel nos seguía.

Besos de tormenta,
llegamos a jurar
que esto nunca pasaría,
que esto nunca pasaría.

Y ahora tú no estás,
sólo queda la pared.
Si tú no estás,
soy un agujero.
Si tú no estás,
pierdo todo mi poder.
Si tú no estás,
tiraré mi anillo de oro al mar
antes de tirarme yo detrás.

Y ahora estoy en casa
con la puerta a medio abrir
repitiendo "no te necesito".

El ángel que tuvimos
ya no paso por aquí,
esto es el final de un día maldito.

Todo lo que dije,
la serpiente que hay en mí,
ahora tiembla sola en la oscuridad.

Demasiado tarde,
los golpes que te di
cada vez me duelen más,
cada vez me duelen más.

Porque tú no estás,
sólo queda la pared.
Si tú no estás,
soy un agujero.
Si tú no estás,
qué demonios voy a hacer.
Si tú no estás,
tiraré mi anillo de oro al mar
antes de tirarme yo detrás.

Si tú no estás,
sólo queda la pared.
Si tú no estás,
soy un agujero.
Si tú no estás,
pierdo todo mi poder.
Si tú no estás,
tiraré mi anillo de oro al mar
antes de tirarme yo detrás.

Qué raro es todo esto
cuando tú te vas.
Hay algo que se acaba
cuando tú no estás.

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