
A Una Muchacha
A una muchacha de formados senos
invité a tenderse, sin cojín, sobre la arena del desierto.
Así lo haré, aunque no sea mi costumbre.
Y cuando iba a despuntar la aurora me dijo:
Me has deshonrado, ahora vete si quieres, o sigue,
si así lo prefieres.
Pero no hice, salvo sorber sus encías
y, entre charlas, besarla en la boca.
Me llené de toda ella.
Me envolví en su vestido de seda
y a mis ojos dije: llorad ahora.
Entonces se levantó
para borrar con su manto las huellas
y borrar las perlas del collar desparramadas.
así lo haré