Agua
Encontré tus pendientes en el aljibe
una mañana de Navidad.
Rompía las horas el frío imponente
de otro invierno precoz,
intenso y profundo letargo
como el océano de tu silencio.
Para qué me preguntaba dispuesto;
otro café prematuro.
Y así el perfume de tu cuerpo
inundaba toda la estancia,
alentando tu pelo castaño
un recuerdo de nostalgia;
sobre la almohada vencida,
compañera de otros tiempos,
en los que tres horas de sueño
hicieron una fortuna.
Y los días de caricias,
racimos de gloria vieron,
que dejaron con tu ausencia,
un acicate imborrable.
Será tarde me pregunto,
sin querer hacer un drama,
pues la luna esta preciosa
depilandose en mi cama.
Bellas palabras heridas,
de muerte en el fregadero.
Arrumacos de cocina
con el viento que se fueron,
a algún lugar de otro mundo
donde habita la memoria
que guardan las olas cautivas
en la playa de mis sueños.
Agua, solo agua.
Agua, solo agua.
Agua, solo agua.
Un poquito de agua alegre.
Agua, solo agua.
Agua, solo agua.
