Javier Bergia

Medusa


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Tu discurso tocado de monserga
resuelve mezquino,
a los ojos turbulentos de la curia
suspende por soberbio.

Esquiva maquilladas cicatrices
y estrechos pasadizos,
apenas acaricia la insondable
maquinaria de los días.

Maestra en el arte del codazo
y el puñal por la espalda,
devota de una vil naturaleza
amarga y conocida.

Me rindo, por más que lo razono,
nada limpio me evoca;
y mira que he explorado ese universo
por detrás de las orejas.

Cara de nécora,
felina la mirada,
esos marcados acentos.
Qué mala pécora,
espina despiadada,
bruja de todos los cuentos. (bis)

La corteza que esconde tu tibieza
es dura de pelar,
mas deja al descubierto tu propósito
ambiguo y temerario.

La sombra reversible de tu ánimo,
decrépita y amarga,
abriga nefastos episodios
de muerte y expolio.

Apasionados días de lujuria,
te fueron bien cobrados,
distinguida estrella de las noches,
de farra y de satén.

Ahora te presentas bajo palio
de un modelo homologado
ampliando el círculo de acólitos
con notable habilidad.

Cara de nécora,
felina mirada,
esos marcados acentos.
Qué mala pécora,
espina despiadada,
bruja de todos los cuentos. (bis)