Javier Bergia

Midnight Around Mekiness


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Una chica rubia y yo
nos cruzamos en un hotel fronterizo.

Me gustaron sus ojos fronterizos
al final de una barra de bar
de un hotel de Bayona.

Sólo mi guitarra, una de ellas,
podía ser su amiga
en esta situación tensa.

Sólo en la frontera,
el corazón palpita con ginebra
malagueña,
salerosa.

Nada hablamos ella y yo
y mi guitarra no habla sola.

Sólo mire a su alrededor
para darme cuenta
que me era familiar,
como si nos hubiéramos besado
en una ciudad muda,
bajo la marquesina
de una parada pobre.

A gatas por el pasillo
Salomé sentada en el sillón...

Cuande Fernende septeme
esebe pelete.