Javier Bergia

Por amor


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Alguien sube una persiana
a traición, violentamente;
amanece sutilmente,
da las cinco una campana.

Ayer dije hasta mañana
y ya es hoy tan de repente,
se levanta el contingente,
vaya noche toledana.

Se despiertan los colores,
la ciudad se despereza
y allá van a la cabeza
los primeros proveedores.

Ya se prenden los motores
y se apagan las farolas,
se preparan largas colas
de presuntos conductores.

Por un tubo, que derroche,
el de escape de energía,
con que gesto y alegría,
cada cual lleva su coche,

El coupé para la noche
y el Cherokee por el día,
hay que ver que analogía;
a vivir a troche y moche.

Es urgente un ejercicio
de control y rebeldía,
condenar el desperdicio,
esa injusta economía,
que mantiene complaciente
al poder en su poltrona,
a la banca impunemente
y en palacio a la corona.

Es de nota la firmeza
con que actúa la justicia,
a la usura y la avaricia
se la absuelve con destreza.

Y es que puede el más letrado,
a los ojos de la gente,
condenar al inocente
y salvar al que es malvado.

Menos mal que el Vaticano,
que predica en la pobreza,
nos dispensa fortaleza
y nos bendice con que mano;
nos perdona los pecados
de cualquier naturaleza,
y así limpios y amparados,
venga, al cielo de cabeza.

Que bonito es por favor,
esa mágica utopía,
esa dulce melodía
que se incuba con calor.

No sé yo que es lo que haría,
si no fuera por amor,
no sé yo si cantaría,
te lo dice un cantautor.