Javier Bergia

Psicografía


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Frente a mi vienen andando,
en colores afilados al amanecer,
penetrando impenitentes por el quicio
permanente de la vida regalada,
son las horas y los días sibilinos
de otro otoño febril.

Van quebrando por sorpresa
la distancia prudente y de rigor,
ocupando impunemente la templada estancia
de mi conciencia,
donde habitan los errores incurables
que la historia dejó por imposibles.

Como ayer caen las hojas entregadas
al exilio mortal que impone
la desgarradora mudanza,
bajo el ritmo incalculable del silencio
que atenaza cualquier proyecto de fuga,
la infinita ausencia de respuesta desesperada.

Ni la mínima caricia, que atenúa el baile
de los tiempos muertos,
rozando las heridas que siempre deja
el incipiente verano,
y el buzón ausente de esperanza,
de noticias luminosas.