Javier Bergia

Quijótesis


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Al cabo de los años que he vivido,
no tengo la certeza del erizo,
que sabe que detrás de la corteza
quizás reposa el grillo en el olivo.

Me pesa la cadera y el olvido,
la frágil sutileza del otoño,
el pétalo, la rosa y el martillo,
la duda de querer y no haber sido.

Adoro el universo conocido,
la luna en su geométrico esplendor,
el sol que nos dispensa su latido,
allá donde haga frío o hace calor.

Qué hipótesis la suerte y el destino
de un mundo tan injusto y tan atroz.
Qué necio es entregarse a la rutina
sabiendo que hay que hacer oposición.

Amargo es el sabor de la derrota
y dulce del triunfo es el licor;
el resto como el agua no se nota,
no está en ninguna escala de valor.

Vivimos condenados por la historia,
de espaldas a la luz y a la razón,
girando día y noche en esta noria,
por mares infinitos sin timón.

Hermosos son los días de la vida,
aquellos que vivimos con pasión,
que importa si es utópico o en vano;
los sueños son también una ilusión.

Qué hipótesis la suerte y el destino
de un mundo tan injusto y tan atroz.
Qué necio es entregarse a la rutina
sabiendo que hay que hacer oposición.