
El caballo blanco
Éste es el corrido del caballo blanco
que en un día domingo feliz arrancara;
iba con la mira de llegar al norte
habiendo salido de Guadalajara.
Su noble jinete le quitó la rienda,
le quitó la silla y se fue a puro pelo,
cruzó como rayo tierras nayaritas
entre cerros verdes y lo azul del cielo.
A paso más lento llegó hasta Escuinapa
y por Culiacán ya se andaba quedando;
cuentan que en Los Mochis ya se iba cayendo,
que llevaba todo el hocico sangrando.
Pero lo miraron pasar por Sonora
y el Valle del Yaqui le dio su ternura,
dicen que cojeaba de la pata izquierda
y a pesar de todo siguió su aventura.
Llegó hasta Hermosillo, siguió pa’ Caborca
y por Mexicali sintió que moría;
subió paso a paso por La Rumorosa
llegando a Tijuana con la luz del día.
Cumplida su hazaña se fue a Rosarito
y no quiso echarse hasta ver Ensenada,
y éste fue el corrido del caballo blanco
que salió un domingo de Guadalajara.
Autor(es): José Alfredo Jiménez