
Rayo
Es verdad que nuestra primera vez
fue un accidente fruto de la casualidad.
Coincidimos en el campo y empezó a llover
y un magnífico árbol nos dio techo y calor.
Y luego el cielo nos cayó sin avisar,
y durante un instante fuimos luz y poco más.
Pero el instante pasó y fuimos carne otra vez,
nos reímos de miedo y nos sentimos tan bien.
Que aunque nos parta un rayo en dos,
aunque nos parta un rayo en dos,
y de tanto reírnos nos falte la voz,
correremos el riesgo otra vez.
Luego ya dejó de ser casualidad,
le cogimos el gusto a la electricidad,
al intenso calor y a quizás no volver,
a la atracción del peligro, al triple salto sin red.
Nadie más nos quiso acompañar,
nos sentimos extraños, cruzamos el mar
persiguiendo tormentas y algún huracán,
encontraremos el sitio, haremos de imán.
Y aunque nos parta un rayo en dos,
aunque nos parta un rayo en dos,
y de tanto reírnos nos falte la voz,
correremos el riesgo otra vez.
Aunque nos parta un rayo en dos,
aunque nos parta un rayo en dos,
y de tanto reírnos nos falte la voz,
correremos el riesgo otra vez ...