Melendi

Como el agua y el aceite


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Qué difícil es creer cuando sale el sol
con cada mañana, qué todo se apaga.
Pero qué bonito es el saber
que aún puedo comprender a qué he venido,
porqué sigo vivo, aunque no sé qué soy.

Qué difícil es
aceptar que tengo miedo a todo,
qué difícil es
reconocerlo en su forma y modo.
Qué difícil es
intentar ser uno mismo
cuando estás en el abismo
de saber que eres el todo y la nada.

Si a la luna la llamamos “luna” y a la muerte, “muerte”,
cómo puede ser que al mirarme en el espejo no sepa quién es
ese que me mira y no sabe que su pensamiento sólo es
una mezcla de barreras que ocultan su ser.

Como el agua y el aceite.

Y el tiempo se agota, las horas son gotas
que caen en un vaso que al paso que va
siembra mi infinito de escarcha y granito,
y en mi soledad...

Qué difícil es
aceptar que tengo miedo a todo,
qué difícil es
reconocerlo en su forma y modo.
Qué difícil es
intentar ser uno mismo
cuando estás en el abismo
de saber que eres el todo y la nada.

Si a la luna la llamamos “luna” y a la muerte, “muerte”,
cómo puede ser que al mirarme en el espejo no sepa quién es
ese que me mira y no sabe que su pensamiento sólo es
una mezcla de barreras que ocultan su ser.

Como el agua y el aceite.

Que el mundo está al revés, no pasa nada,
que sientes soledad, no pasa nada.
Que tienes miedo a ser, no pasa nada,
que sufres sin porqué, no pasa nada.
Que no quieres mirar, no pasa nada,
que nunca pasará ni pasa nada.

“En este mundo de locos,
donde no somos pocos los que pensamos que no pertenecemos a él,
y que estamos aquí para recuperar alguna asignatura
que se nos quedó pendiente.
Me temo que es el amor esa cosa pendiente,
pues según lo voy sintiendo, más se aleja el pensamiento
de la ley de la materia, convirtiendo en algo etéreo mi vivir,
y olvidando al fin mi guerra personal por existir.

Voy sintiendo que mis pasos nunca fueron míos del todo y,
quizás, tal vez el camino estuviera marcado.
Y aunque torpe siempre fui para ver sin intereses,
impropios de un cantautor cuya casa es su canción
y la vende sin dobleces.

Qué lindo, maestro, es la vida,
que te repite el examen hasta que por fin lo apruebes.
Y si no es en esta vida, lo haremos en la siguiente,
yo seré un alumno más eternamente,
ahora que sé dónde el amor mora:
en el presente, en el ahora”.