Miguel Ríos

Santiago De Chile


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Allí amé a una mujer terrible
llorando por el humo siempre eterno
y aquella ciudad acorralada por símbolos de invierno.
Allí aprendí a quitar con piel el frío
y allá todo mi cuerpo a la llovizna
en manos de la niebla dura y blanca
por calles del enigma.

Eso no está muerto, no me lo mataron
ni con la distancia no con el vil soldado. (bis)

Allí entre los cerros tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
Allí yo tuve más de cuatro cosas que
siempre he deseado.
Allí nuestra canción se hizo pequeña
entre la multitud desesperada,
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.

Hasta allí me siguió como una sombra
el rostro del que ya no se veía
y en el oído me susurró la muerte que ya aparecería.
Allí yo tuve un odio, una vergüenza,
niños mendigos de la madrugada
y el deseo de cambiar cada cuerda por un saco de balas.