Carlos Cano

Canción para Lucrecia


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Yo te quiero escribir
una carta de amor
que llegue a tu país
en semilla de flor,
que atraviese en la noche
océano y tormenta,
luego como un lucero
deje un sueño en tu puerta.

Yo te quiero cantar
y pedirte perdón
por tu muerte Lucrecia,
por esta canción,
que comprenda la luna
el ron y la palmera
que en tu isla canela
sólo come el tiburón.

¡Ay!, cuatro rosas de fuego
ardiendo salieron
y todo acabó.
¡Ay! cuatro rosas dejaron
la flor de un disparo
en tu corazón.

Pobre Lucrecia,
tan pobre y negra,
te vengará un andaluz
a la luz de la luna
cantando el vudú.

Merecumbé, merecumbé
un alacrán por la pared
merecumbé, merecumbá
por la pared va un alacrán
y el corazón con su aguijón te comerá
merecumbé, merecumbé, merecumbá.


Los que matan la luna
son los mismos de siempre,
los que arrancan las flores
con sus botas de muerte,
los que amargan la vida
y asesinan los sueños
que cantan los poetas
buscando un tiempo nuevo.

No gozan del amor
ni tocan los tambores
ni cantan el bolero
ni pintan corazones
en los árboles verdes
ni en las playas de arena
ni bailan el merengue
pa echar fuera sus penas.

¡Ay! una calle sin salida
una mirada asesina
y allí sola la dejaron.
¡Ay! aquí negros no queremos
negro muerto, negro bueno
negro vivo, negro malo.

Suenen los cueros,
con rabia suenen los cueros,
venga compadre esa rumba
que al blanco vuelve tarumba
y al negro pone rumbero.


Autor(es): Carlos Cano