María José Hernández

Postales de Mileto


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Días de violetas y laureles,
frágiles postales de la vida,
campos despojados que exasperan,
ecos del silencio cosechado.

Lumbre que apacigua la conciencia,
llamas que alimentan otro fuego,
piedra que atesora en el camino,
coto de rigor con aspereza.

Y ahora cuando todo está perdido,
venga lágrimas de cocodrilo
y ahora cuando nada, no te olvido,
cuánto siento no haberte querido.

Prólogo de amores y andaduras,
manos bien pudieron ser las mías,
hierático penetra en el olfato,
efluvio de quimeras retorcido.

Aldeas hechizadas por conjuros,
anónimos maléficos destinos,
bordados de terruño recosidos,
restos de manteles lacerados.

Trozos de retal abandonados,
feria de guiñapos y jirones,
pueblos sumergidos en pantanos,
placas de ingenieros de caminos.

Sapos y culebras en apuros,
dos de champiñón y cuatro vinos,
sombra en la penumbra de la noche,
pasos acercándose a los míos.

Nubes caprichosas y andarinas,
cielos moderados y neblinas,
muros condenados al umbrío,
bosque lastimado por el frío.

Buen provecho, suerte y dale duro,
dueña por derecho del futuro,
agua manantial, libre albedrío,
peces que deambulan por el río.


Autor(es): Javier Bergia

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