
A la Hermandad de Cargadores del Señor de los Milagros
Señor, perdona al devoto
que a tus plantas ves aquí
y para creer en Ti
necesitó un terremoto...
(Si el muro se hubiese roto,
¿qué hubiera sido de Lima?
A las orillas del Rímac,
por la Alameda y el Puente
andaría el penitente
sin un Dios que lo redima…)
Humildísimo Jesús
crucificado en un muro,
del oscuro más oscuro
sacaste radiante luz…
¿Qué pintor te puso en cruz
para que nunca te borres?
Cayeron las altas torres
y quedó tu imagen sola,
pintada por ese angola
que vio a Fray Martín de Porres.
Moreno pintan a Cristo,
Cristo adora lo moreno
y a los pies del Nazareno
morenos malos no he visto.
En hombros va Jesucristo
el Señor de los Temblores;
son morenos pecadores
que portan las angarillas
conformando por cuadrillas
la Hermandad de Cargadores.
Morenos de la Hermandad,
por vuestra preciosa carga
recordad la senda larga
que sigue la cristiandad:
Jesucristo es humildad,
nosotros, humano escombro.
No busquéis ojos de asombro,
sed modestos y benignos
y haceos siempre más dignos
de llevarlo en vuestros hombros.
Paso a nuestro Amo y Señor
que ya salió de su Casa
en hombros de nuestra raza
hecha de sangre y sudor.
Paso a Nuestro Redentor.
Paso a sus perfiles magros.
¡Atrás Pizarros y Almagros,
atrás virreinales sillas
y paso a las angarillas
del Señor de los Milagros…!
Autor(es): Nicomedes Santa Cruz