Antonio Mata

Gentes


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Es mi tierra como uva y como trigo
que no son mies ni racimo
sino raíz enterrada;
es mi tierra como una vana promesa
del borracho que ya empieza
a beber por la mañana.
Un buen Sancho y un don Guido
y un don Juan muy engreído
son sus gentes principales,
y cuando falta el pan diario
se le pide a San Hilario
que dormita en los altares.
Después de misa el prohombre
echa mano de otro nombre
para firmar el registro
de un hotel de las afueras
donde a las doce le espera
la Rosa cada domingo.

Son esas gentes
que chupan la miel de la abeja
y tienen resabios de vieja pelleja;
son esas gentes clarividentes,
cristianos, machos y decentes.

Cuando se habla de boda
es la dote gran señora
y la unión es un acierto,
tanto tú más, tanto yo,
que bonito es nuestro amor,
tú me quieres, yo te quiero.
Y en sus casas, pues son nobles,
hay escudos y blasones
que ganaron sus abuelos.
Dan limosna en las iglesias
y acumulan indulgencias
y recibos para el cielo.

Son esas gentes
que chupan la miel de la abeja
y tienen resabios de vieja pelleja;
son esas gentes clarividentes,
cristianos, machos y decentes.

Y es palacio la taberna
donde reina la botella
y es vasallo el parroquiano;
allí se cuentan sus lances,
la conquista y el desplante
y los adornos de fulano.
Aquél de allí se levanta,
chupa un puro, escupe y canta,
suelta un taco y se hace viejo.
Y aquél de allí ya está en calma
con litro y medio en el alma
y un fracaso en su pellejo.


Autor(es): Antonio Mata