Saúl Quirós

Homenaje a Carmen Amaya


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Era una mocita, todavía despierta,
iba con su pare por el bulevar:
"Por un puñao de monedas de cobre
pueden ustedes verla de bailar".

Cada madrugada volviendo pa' casa
paran en la misma taberna a cenar.
"Sardinas y pan, póngale a la niña
y a mí póngame un sorbo de coñac".

Y amaneciendo sobre los tejados
se escucha un zapateado de fuego,
como fuego sus ojos, como fuego es su cuerpo.

Carmen, la de la eterna mirada,
la diosa de los gitanos,
la eternal Carmen Amaya.
Carmen, me sabe a lluvia tu nombre,
me huele a brisa del aire y a olas de la mar.


Se forman corrillos, la gente murmura.
Carmen, impaciente, espera su función.
La reina del baile suspira y reza,
llegó el momento que el mundo esperó.

Levanta sus brazos, te llegan al alma,
recorren tu cuerpo con fuerza y pasión.
Al verla la gente rompe su camisa,
gritan y lloran de pura emoción.

Y amaneciendo sobre los tejados
se escucha un zapateado de fuego,
como fuego sus ojos, como fuego es su cuerpo.


Autor(es): Saúl Quirós, Javier Limón