Alejandro Rizo

Romance del Ateo y la Virgen... y el Policía


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Fue la primera mujer en mi alcoba
que después de una charla sobre divinidad
le pregunte si quería un día conmigo hacer el amor.

Fui deshilando nerviosamente
el vestido candente de sus cabellos
y al llegar a la espalda dijo –apaga de una vez esa luz-.

Pero el interruptor estaba descompuesto
así como el cierre de mi pantalón
del cual con paciencia tiré y tiré hasta que se rompió.

De pronto fui presa de un arrebato
al quitar aquel cristo de la pared
le expliqué “soy ateo” y echo a correr sin explicación
-y sin sostén-.

Al llegar a la esquina, llamó a un policía
“pero no es necesario nena, soy anarquista”
él exigió alguna prueba
y yo con la bragueta abierta… me entregué.

Pague mi condena, 20 años de pena
su visita en mi galera fue una herida de guerra:
seguía del brazo del policía
me dice que ahora vive infeliz
que la multa si ella piensa dejarle
que no deja de amarme y que no puede más.

De madrugada él ya dormía
ella me habló por teléfono con discreción dije ¿Por qué no escapamos?
- estoy aun esposada a la cama-, contestó.

Si era de noche o si llovía
le cantaba romances de Javier Solís
pero el gendarme de ronda me demandó en Derechos de Autor por fusil.

Desesperado decidí secuestrarla
aquel domingo de misa en la Catedral
entre gritando “Te amo”
y me robe a la Virgen del Socorro por error.

Fui perseguido y después aprehendido
ahora esta celda es mi nido y mi enemigo cupido
y mi custodio es el policía
yo digo que ahora vivo feliz
que en tanto tenga el manto sagrado
ella con todo y Rosario me vendrá a visitar.
Una vez más.