Miguel Inzunza

Fábrica de aves


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Maquinista del tren
de nunca bajar,
me descarrilé
vidas atrás
y en mi pecho herido
late un reloj antiguo

Tropecé en el papel
con pies de carbón,
la ficción -pensé-
me sienta mejor,
y encontré dormida
y encantada la mentira.

Y al paso
los días
se hicieron melodías,
y en el papel
las alas se dejaban ver.

Y una fábrica de aves
fue este corazón.
Ingenuo alquimista,
soñaba darles vida

Y una fabrica de aves
fue este corazón.
Mi alma equilibrista
creyó ser golondrina,
y más de alguno jura haberla visto
robar la primavera o arrojarse de un balcón.

Rodé sobre la espalda de las nubes
millones de tonadas, persiguiendo una canción
y viendo bien sus huellas fue que supe
que las dejaba yo.

Y fueron al alba
mis versos en parvadas,
tal vez -pensé-
jamás los volvería a ver.

Y una fábrica de aves
fue este corazón.
Ingenuo alquimista,
soñaba darles vida

Y una fabrica de aves
fue este corazón.
Mi alma equilibrista
creyó ser golondrina,
y más de alguno jura haberla visto
robar la primavera
o arrojarse de un balcón.

Maquinista del tren
de nunca bajar
de nunca bajar