Abraham Vazquez

La señora de la coca


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Para empezar aquí les dejaré un consejo,
si juegas recto te juro llegas a viejo,
y fue el impacto de pobreza hacía mis hijos que me hizo entrarle a eso.

Mi rázon, para mí es mi familia,
me canse de tantas fiadas que le pedí a la tiendita para darles la comida.

Pero mi suerte se me salío del pellejo,
me avente un flete tal vez ya no había regreso,
pegué las veces y a los weros bien contentos los miraba de regreso.

De una doll, a la Señora de la coca,
toneladas repletadas metidas en una faja fueron chingo de cosas.

Pero ya saben eso nunca falta un dedo,
de tanta envidia me hicieron un cochinero,
momentos duros pero le atore macizo,
ya saben cero miedo.

Con la fuerza, que me sale de un lado,
y mi viejo por las brechas la familia siempre unida supimos darle respaldo.

Y si es que a caso la miraron bien vestida,
dando la vuelta por el puente aya en la orilla,
tiene coraje se refleja en el carácter los productos de gallina.

Ya me voy, yo ya aquí me despido,
aquí les dejo esta historia de la señora de la coca que les metió tantos kilos.