
Cuatro primaveras
Déjame que me vaya,
que al fin ya no me quieres,
yo he visto que tus ojos
ya no me ven igual,
y soy tu compañero
de cuatro primaveras,
no quieras engañarme
que puede hacerte mal.
Déjame que me vaya,
no esperes la desgracia,
no nos hagamos tontos,
lo nuestro se acabó;
convéncete, mi vida,
que no hay amor eterno
y conste que me olvidas
primero tú que yo.
El corazón no sabe
cuando el olvido llega,
pero presiente todo,
y el corazón me ha dicho
que nuestro amor tan bueno
se está volviendo malo.
Déjame que me vaya,
no esperes la desgracia;
no nos hagamos tontos,
lo nuestro se acabó;
pero recuerda siempre
las cuatro primaveras
en que me diste el alma
y en que te di mi amor.
Autor(es): José Alfredo Jiménez