Pedro Aznar

El mendigo


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Y se puso a hablar del mar
como si no fuese más que un niño.
Desplegó el azul, la sal
y se contentó con poco, tan poco
que tuve vergüenza de no ser genuino.
Le serví más vino y sonrió.
De tantas estrellas que había en el cielo,
una parecía tocarle el dolor,
y dolió tan hondo, tan cierto y tan dentro
que el dolor del mundo se compadeció.

Y se puso a hablar de amor
como si no fuese más que un viejo.
Qué pena de amar, sangrar.
Y me convenció con poco, tan poco
que supe de un golpe que el olvido es necio.
Me toqué el silencio y amé.
De tantas palomas que había en la tarde
una parecía volar por su voz,
y voló tan hondo, tan cierto y tan dentro
que en alas del tiempo se desvaneció.

Y ya nunca más lo vi,
como si no fuese más que un sueño.
Desplegué el azul, la sal
y me contenté con poco, tan poco
que supe que al filo de ciertos caminos,
todo se disipa y reluce otra vez.
De tantos encuentros que tuve en la vida,
este que me sigue es recuerdo sin par,
eecuerdo tan hondo, tan cierto y tan dentro
que ya no recuerdo otra cosa en mi voz.


Autor(es): Víctor Heredia, Pedro Aznar