El Último Día de Nuestras Vidas
El último día de nuestras vidas la carne se volvió agua
para ahogar la sed de un futuro cargado de desiertos.
La carne se volvió agua cuando el último día de nuestras vidas
vino a ponerle minutos a nuestras heridas.
Y despertamos con los cuerpos tan fríos,
como lo ha sido esta noche dormir contigo.
Y escondes los zapatos porque ya no quedan caminos
bajo nuestros pasos ni pesos que arrastrar.
Y hablas mil lenguas con la voz de mil animales
(desconocedores de la gramática de los cuerpos entrecruzados).
Y haces callar al tiempo y desaparecer al espacio.
Ni siendo ni estando detrás de las puertas que abro.
Y dejas de creer bajando hasta la oscuridad
de todos los precipicios donde callaron nuestras palabras.
Autor(es): Ana Navío, Daniel Sàez