Nicolás Guillén

Balada del policía y el soldado


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Soldado trajiamarillo
policía de azul dril
mano ciega, sordo brillo:
palo, fusil.
Sobre las calles desnudas,
fresca noche sin luceros,
envuelve dos sombras rudas,
de ojos fieros.
El fusil, acero malo,
chilla, si la luz le da;
sobre las piedras, el palo
gruñe: ¡tra, tra!
(El soldado fue tornero;
el policía, zapatero).
Ah soldado, mi soldado,
¿Cómo has podido escapar?
¡Los torneros que te buscan
pronto te ven a encontrar!
Policía,
¿adónde has ido a parar?
¡Los zapateros preguntan
por tu fiero delantal!
Pasos en la calle oscura
donde la pareja está.
Grita el fusil con voz dura:
- ¡Alto! ¿Quién va?
- Va un tornero,
que anda tras su compañero
vengo porque hablarte quiero...
- No es tornero, que es soldado -
chilla el fusil sin compás,
y después escupe airado:
- ¡Eche p'atrás!
Pasos en la calle oscura
donde la pareja está
Grita el palo con voz dura:
- ¡Alto! ¿Quién va?
- Zapatero,
aquí está tu compañero;
vengo, porque hablarte quiero...
Pero el palo chilla fiero:
- ¡Tome! ¡Tome! ¡Tome! ¡Tome!
avise si quiere más;
tumbe por ahí y no embrome.
¡Eche p'atrás!
Silencio. Pero después
de la noche cuelga un canto
come una luna de hiel.
Tornero, mucho cuidado
que ahora es soldado el tornero;
soldado de cuerpo entero
y con los ojos vendados.
¡Zapatero, policía,
mira que se hace de día
y estas de uniforme nuevo!


Autor(es): Nicolás Guillén, Fernando Celdrán