Osvaldo Torres

La muerte de la Kusisiña Mamani


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Hay una mañana que espera junto al silencio puneño en las pampas de mi tierra.
Detrás de aquella colina sale un tímido humo de cocina antigua.
Se tiñe de rojo el día prisente con el gemido triste d'un doli'o bombo wankara. Su tum-tum, su tum-tum es el lati'o triste d'un corazón que llora p's, su tum-tum es el grito de muerte qu'el indio atesora.
Me da miedo sentir su aire golpeando en el viento, me da miedo sentir la sangre que se esta viniendo.
Corro cerro abajo con mi honda enarbolada, arreando la piñada que yo estaba pastoraendo p's y le pregunto a mi mamay:


¡Mamay! ¿De 'onde viene el llanto d'ese wankara triste? ¿Por que ha de llorar tan timprano cuando el sol recién dispierta?

Ha muerto la Cusisiña Mamani —Me'i dicho— La mujer del Juvencio, herida de muerte le encontró a noche junto a su corral. Dicen que el patrón a fuerza de latigazos quiso arrancarle la pureza de su pollera y ella resistiendo la humillación, tendi'a se'i queda'o postrera.
Pobre Juvencio he'i dicho yo, pobre ha de ser, solo se'i queda'o, solo sin mujer. Ahorita me voy'ir ond'el le voy llevar una jarrita de alcohol una chuspita de coca, y entre coquita y alcohol le voy decir :
¡Juvencio ! No hay sangre que la tierra olvide jilata pe's, ya llegará el día que paguen los que no han pagado y vivamos los que no hemos vivido, y así entre coquita y alcohol le voy cantar un huayño qu'echo pa'el pa'liviarle tanto padecer.

Pobre Juvencio pobre ha de ser
Solo se'i queda'o, solo sin mujer
Chaya que chaya el indio mamay
Siglos de padecer
Chaya que chaya el hombre viday
Pronto va amanecer


Autor(es): Osvaldo Torres, Felice Maria Clemente, Raffaele Maria Clemente