Mujer de humo
Era una mujer de humo,
en una mujer de agua,
en una mujer de lluvia,
que la noche te alumbraba.
Junto a su cueva de llamas
encontré comida y casa,
no era extraño de pensara
que lo imposible se alcanza.
Pero una mujer de humo
cuesta trabajo abrazarla,
tantas veces como intentas,
otras tantas se te escapa.
Aunque te cosas los ojos
nunca puedes encerrarla
y aunque se va nunca
llegas a borrarla.
Porque una mujer de lluvia
no hay manera de secarla,
sino sabes por qué llora
mucho menos porque escampa.
Puede volverse rocío
o transformarse en escarcha,
y sin decir ni hasta luego
perderse en la mar salada.
Ya sé que el agua se pudre
si la dejas estancada,
que el humo desaparece
sin que puedas hacer nada.
Pero hay cosas que maltratan,
ensombrecen la mirada,
demasiado tarde supe
que ella con ella se basta.
Era una mujer de humo...
Era una mujer de agua...
Autor(es): Víctor Manuel San José, Antonio García de Diego
