Un gallo de amanecida
Un gallo de amanecida abre las alas y canta,
entre tinieblas y rocío la esperanza se levanta.
Este gallo que canta no tiene dueño,
no es mío ni tuyo ni del vecino:
es el gallo que canta nuestro destino.
Lo escuchan todos los que están vivos,
los bondadosos, los oprimidos,
el Santo Cristo de la igualdad,
de la belleza, de la bondad,
del desafío y la dignidad,
de los hambrientos y sin camisa,
los con el alma nunca sumisa.
Cristo que nunca vendió su nombre,
no tuvo miedo de ser un hombre.
Este gallo nos canta de contrapunto:
Todos los hombres vamos bailando juntos.
El que no quiera oírlo, no se disculpe,
es un canto de vida y no de muerte.
El que quiera bailarlo que se despierte.
Los campesinos y los mineros,
enfierradores y carpinteros,
las tejedoras, los estudiantes,
organilleros y caminantes,
escarbadores, electricistas
los escribientes y las modistas,
los anhelantes, los solitarios,
viejos cesantes y funcionarios,
los pescadores entumecidos,
mil corazones en un latido.
Autor(es): Alfonso Reyes