Canto del retorno


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Volvemos de batallas, venimos de la guerra,
y no traemos armas, pendones ni clarines:
vencidos en la mar, vencidos en la tierra,
somos un despojo.
Traemos como estela tiburones y delfines.

Hermanos que en la playa llorando esperáis,
¡llorad, llorad!


Por el mar avanza la hueste macilenta
que se balancea con el balanceo de la nave que la transporta.
¡Adiós a ti, América, tierra furiosa!
Somos débiles para ti, somos débiles para ti.

Venimos todos de cara al viento de la costa,
aunque nos mate por frío y por fuerte,
aunque quede sin respuesta
más de un grito de madre cuando entremos en el puerto.

De tantos como faltan traemos la memoria
de lo que sufrieron, de lo que sufrimos,
de la triste lucha sin fe ni gloria
de un pueblo que se pierde, de un pueblo que se pierde.

Decidnos si la patria es aún lo bastante fuerte
para oír las gestas que :le tenemos que explicar.
Decidnos, decidnos si está viva o muerta
la lengua con la que tendremos que hacerla llorar.

Si aún está vivo el recuerdo de otras gestas,
si aún las sierras que deben fortalecernos
se alzan serenas sobre las tormentas
y braman sus bosques contra el viento de poniente,

hermanos que en la playa llorando esperáis,
¡no lloréis, no lloréis!
¡Reíd, cantad!


Autor(es): Joan Maragall, Miquel Pujadó