
Y que corra el atleta
Tuve noticias tuyas por Aurora y por Pedro.
Los dos dicen lo mismo, que estás loco de atar.
Que lo has dejado todo –pobre Marilola–
por largarte hacia el sur, a la orilla del mar.
Y que medio desnudo, sentado en la taberna
rellenas la quiniela del juicio final.
Y sin una peseta.
Y ellos cruzan apuestas, son así en la oficina,
que vuelves, que no vuelves, ni que fueras Mambrú.
Lo tuyo no es la guerra y Trinidad o Pascua
no son fechas, son islas, si tu norte es el sur.
La rosa de los vientos también te clavó espinas
que pinzas delicadas van sacando a la luz.
Es la mejor receta.
Dicen que no ves a casi nadie,
que vives en plena luna de miel,
que das largos paseos llevado de la mano
por la blanca playa donde fuiste a ofrecer
la muela del juicio al ratoncito Pérez.
La arena, al día siguiente, convocó a esa mujer.
Ya lo dijo el poeta.
También dicen que bebes tanto o aún más que antes,
que ella no va a la zaga en eso del alcohol
pero en vez de resacas os trae cada mañana
contemplar como nuevo cuanto hay bajo el sol.
Que a veces, sin embargo, os falla el entusiasmo
y, alguna que otra tarde, veis la televisión.
De la A hasta la Z.
Igual te saco un día en mis canciones
tu vida es ejemplar, sin retintín.
Dale de mi parte un abrazo a tu palmera,
que os vaya muy bien a los dos y que, en fin,
los gozos y las luces y el viento de Levante
y el amor y el alcohol se hagan cargo de ti.
Y que corra el atleta.
Autor(es): Javier Krahe, Javier López de Guereña